Jan Neruda 1834-1891
Jan Neruda fue un multifacético escritor checo. Poeta, narrador, novelista, recorrió casi todas las ramas de la creación literaria y de hecho, su obra fue tan influyente que Pablo Neruda eligió su nombre como seudónimo, y nos ha dejado varios relatos que reclaman su presencia.
Por otra parte Neftalí Ricardo Reyes Basoalto, poeta chileno surrealista, uno de los más importantes del siglo XX. Su influencia sobre los poetas de habla hispana ha sido incalculable y su reputación internacional supera los límites de la lengua.
Nació en Parral,Chile el 12 de Julio de 1904, hijo de un ferroviario, perdió a su madre cuando recién cumplía un mes de vida, comenzó escribir poesías cuando aún era un niño.
El seudónimo de Pablo Neruda comenzó a usarlo cuando apenas tenía dieciséis años, Neruda lo tomó del poeta Checo Jan Neruda.
En 1920 ingresó en el Instituto Pedagógico de Santiago, pero no concluyó los estudios.
En 1927 fue designado cónsul por su país en Birmania. Luego vivió en Madrid el período de la Guerra Civil, en que fue partidario de los Republicanos. También ejerció la tarea consular en México, donde obtuvo el Premio Nacional de Literatura en 1945 y en Chile ejerció la Presidencia de la Sociedad Chilena de Escritores en 1958.
Gabriela Mistral lo influenció en conocer a los novelistas rusos, que el poeta admiró toda su vida.
Crepusculario (1923). Fue su primer libro, lo publicó con su dinero y con la colaboración de amigos.
Veinte poemas de amor y una canción desesperada (1924) ha sido el más vendido (ha superado el millón de ejemplares), y esta Obra lo llevó a destacarse entre uno de los mejores poetas de Latinoamérica.
Residencia en la tierra (1933), se destaca entre las numerosas obras, contiene poemas impregnados de trágica desesperación ante la visión de la existencia del hombre en un mundo que se destruye.
Canto general (1950), un poema épico-social en el que retrata a Latinoamérica desde sus orígenes precolombinos.
Confieso que he vivido (1973). Obra póstuma; en el mismo año de su fallecimiento, se publicaron sus memorias.
Premios recibidos
Premio Nacional de Literatura (1945). | |
Premio Nóbel de Literatura (1971). | |
Premio Lenín de la Paz (1972). |
Murió en Santiago de Chile el 23 de Septiembre de 1973.
Siempre se creyó que Ricardo Neftalí Reyes Basoalto había elegido rebautizarse como Pablo Neruda en homenaje al escritor Jan Neruda. El propio Premio Nobel de Literatura alimentó aquella versión, pero lo cierto es que hacia 1921, cuando eligió el seudónimo, desconocía por completo la existencia del narrador checo. Críticos y biógrafos han encontrado la solución al enigma, que tiene que ver con otro escritor: Arthur Conan Doyle, el creador de Sherlock Holmes.
El nombre Pablo Neruda suena más chileno que Ricardo Neftalí Reyes Basoalto, que remite a una especie de faraón trasandino, los chilenos ¿nos dirán trasandinos a nosotros, o el tras sólo existe de nosotros hacia ellos, para los del oeste, que vendrían a ser los extremadamente occidentales de Sudamérica?.
El caso es que Pablo, Neftalí, ese Ramsés de Temuco, nacido en Parral en 1904, decidió desde muy chico, y justificadamente, podríamos decir, cambiarse el nombre. Y eligió ponerse Neruda, cosa que por tratarse de literatura remitió todas las miradas, por elocuentes afinidades electivas, ya que hablamos de literatura, hacia el checo Jan Neruda en lugar de cualquier probable Ptolomeo.
Quizá como homenaje supusieron los filólogos, como guía o vaya a saberse como qué, todos los especialistas señalaron la lógica de esa explicación.
Pero lo curioso es que Pablo se puso Neruda a los diecisiete años en 1921 y en Temuco, donde difícilmente existiera entonces un solo libro de Jan, mucho menos traducido al español aún hoy resulta difícil conseguirlo. Ni siquiera había nacido entonces W. F. Reisner, el traductor al castellano de los Cuentos de Malá Strana, del checo edición de Espasa Calpe, 2000; ni tampoco Monika Zgustová, quizá la mejor traductora del checo al español, a quien debemos casi toda la obra de Bohumil Hrabal.
El caso enigmático es por qué Neruda Pablo, Neftalí se puso Neruda. Los críticos, y en esto el oficio de biógrafo suele apelar a cierta obscenidad fisgona sabuesos e investigadores de aquí y de allá, han indagado en la cuestión y, podría decirse, que el misterio se ha develado los siguiente: Ricardo Neftalí Reyes Basoalto ignoraba del todo hacia 1921 siquiera la existencia de un autor llamado Jan Neruda. Pero, hete aquí, que no ignoraba el Study in scarlett de Arthur Conan Doyle, cuya edición económica de bolsillo, en rústica, de vasta difusión en Chile, seguramente sí había leído. Da la casualidad que en ese librito hay un personaje segundón bautizado por Sir Arthur quien probablemente sí conociera al checo como “Neruda”.
Hasta aquí los hechos, pero ahora viene lo curioso del caso. Cuando Ricardo Reyes Basoalto, o como se quiera nombrarlo, se hizo famoso en el mundo y lo fue mucho, quizá el autor latinoamericano más famoso detrás de lo que entonces se denominaba la “cortina de hierro”, pícaro, enigmático, elusivo, cuando le preguntaban sobre su seudónimo se hacía el tonto y dejaba correr el mito de Jan Neruda al punto de que así figura hoy día en muchas bibliografías. No conforme con eso, Neftalí hasta fue al cementerio de Praga, una especie de Père Lachaise más pequeño, lleno de músicos Smetana, entre otros, y se dejó fotografiar para la inmortalidad ante la tumba de Jan Neruda. Mediático en tiempos sin Internet ni TV ecuménica, Neftalí se calló la boca y murió sin nunca revelar el verdadero origen de su seudónimo universalizado hasta el premio Nobel. Quizá debe haber pensado que el checo le otorgaba más prestigio o cierto halo misterioso superior al de un personaje secundario de Conan Doyle. “Lo que se cifra en el nombre”, diría con Borges, entonando la milonga a dúo.
Aquí llego a la conclusión que no hay un escritor modelo y lector modelo por la diferencia de años y porque Neftalí Ricardo Reyes Basoalto desconocía del Jean Neruda y sus obras.
El nombre Pablo Neruda suena más chileno que Ricardo Neftalí Reyes Basoalto, que remite a una especie de faraón trasandino, los chilenos ¿nos dirán trasandinos a nosotros, o el tras sólo existe de nosotros hacia ellos, para los del oeste, que vendrían a ser los extremadamente occidentales de Sudamérica?.
El caso es que Pablo, Neftalí, ese Ramsés de Temuco, nacido en Parral en 1904, decidió desde muy chico, y justificadamente, podríamos decir, cambiarse el nombre. Y eligió ponerse Neruda, cosa que por tratarse de literatura remitió todas las miradas, por elocuentes afinidades electivas, ya que hablamos de literatura, hacia el checo Jan Neruda en lugar de cualquier probable Ptolomeo.
Quizá como homenaje supusieron los filólogos, como guía o vaya a saberse como qué, todos los especialistas señalaron la lógica de esa explicación.
Pero lo curioso es que Pablo se puso Neruda a los diecisiete años en 1921 y en Temuco, donde difícilmente existiera entonces un solo libro de Jan, mucho menos traducido al español aún hoy resulta difícil conseguirlo. Ni siquiera había nacido entonces W. F. Reisner, el traductor al castellano de los Cuentos de Malá Strana, del checo edición de Espasa Calpe, 2000; ni tampoco Monika Zgustová, quizá la mejor traductora del checo al español, a quien debemos casi toda la obra de Bohumil Hrabal.
El caso enigmático es por qué Neruda Pablo, Neftalí se puso Neruda. Los críticos, y en esto el oficio de biógrafo suele apelar a cierta obscenidad fisgona sabuesos e investigadores de aquí y de allá, han indagado en la cuestión y, podría decirse, que el misterio se ha develado los siguiente: Ricardo Neftalí Reyes Basoalto ignoraba del todo hacia 1921 siquiera la existencia de un autor llamado Jan Neruda. Pero, hete aquí, que no ignoraba el Study in scarlett de Arthur Conan Doyle, cuya edición económica de bolsillo, en rústica, de vasta difusión en Chile, seguramente sí había leído. Da la casualidad que en ese librito hay un personaje segundón bautizado por Sir Arthur quien probablemente sí conociera al checo como “Neruda”.
Hasta aquí los hechos, pero ahora viene lo curioso del caso. Cuando Ricardo Reyes Basoalto, o como se quiera nombrarlo, se hizo famoso en el mundo y lo fue mucho, quizá el autor latinoamericano más famoso detrás de lo que entonces se denominaba la “cortina de hierro”, pícaro, enigmático, elusivo, cuando le preguntaban sobre su seudónimo se hacía el tonto y dejaba correr el mito de Jan Neruda al punto de que así figura hoy día en muchas bibliografías. No conforme con eso, Neftalí hasta fue al cementerio de Praga, una especie de Père Lachaise más pequeño, lleno de músicos Smetana, entre otros, y se dejó fotografiar para la inmortalidad ante la tumba de Jan Neruda. Mediático en tiempos sin Internet ni TV ecuménica, Neftalí se calló la boca y murió sin nunca revelar el verdadero origen de su seudónimo universalizado hasta el premio Nobel. Quizá debe haber pensado que el checo le otorgaba más prestigio o cierto halo misterioso superior al de un personaje secundario de Conan Doyle. “Lo que se cifra en el nombre”, diría con Borges, entonando la milonga a dúo.
Aquí llego a la conclusión que no hay un escritor modelo y lector modelo por la diferencia de años y porque Neftalí Ricardo Reyes Basoalto desconocía del Jean Neruda y sus obras.
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